El Naturalismo

Mientras que el Realismo imperaba en la literatura europea a mediados del siglo XIX, en Francia una nueva corriente empezaba a surgir. Esta, aun así, no se oponía en absoluto a la estética realista. Todo lo contrario: no solo respetó sus preceptos y sus características, sino que las llevó al extremo con el objetivo de demostrar (y denunciar) las contradicciones y los defectos de la sociedad burguesa y la economía capitalista. Este nuevo movimiento literario, coetáneo del Realismo, se llama Naturalismo.

Su impulsor fue el periodista y escritor francés Émile Zola, muy conocido por el caso Dreyfuss, en el que se implicó decididamente para defender la inocencia de Alfred Dreyfuss, un militar de origen judío acusado injustamente de espionaje. Para evitar su condena a muerte, publicó una serie de artículos, entre los que sobresalió 'Yo acuso', donde directamente hacía responsables a políticos y militares del cruel destino que pudiese sufrir a aquel soldado. Aquello le costó el exilio, pero le reportó un enorme prestigio profesional, al que hubo que unir su ya creciente fama como escritor.

Conocedor de las teorías de Taine sobre la influencia de la raza y el medio social en el individuo, Zola se marcó como objetivo en sus novelas reflejar de la forma más exacta posible ese determinismo. En otras palabras, en sus obras quería probar cómo nacer y crecer en unas condiciones concretas (biológicas, económicas, culturales, etc.) podía definir lo que la vida depararía a un ser humano (o a un grupo de personas). Ya se vio en el caso Dreyfuss: el hecho de ser judío supuso una losa para aquel militar. Esas mismas situaciones serían las que tratase de recrear en su serie La fortuna de los Rougon, que le permitió criticar al II Imperio de Napoleón III y sus vicios, así como el alcoholismo, la ambición por el dinero y el poder... Y lo hizo con abundantes descripciones que no omiten detalle y que se recrean en lo visceral, lo violento y lo desagradable.

Este estilo llegará a España casi al mismo tiempo que el Realismo, e influirá en la producción de varios autores. En una de las últimas entradas ya comprobamos que Benito Pérez Galdós bebió de esta corriente para las novelas de su segunda etapa (las españolas contemporáneas), como La desheredada, donde cuenta la caída a la prostitución de una joven engañada. Sin embargo, fueron otros dos escritores de la Generación del 68 los que apostaron de forma decidida por el Naturalismo, a saber:

EMILIA PARDO BAZÁN


Condesa, feminista, intelectual, catedrática, periodista... Emilia Pardo Bazán fue una de las principales intelectuales de España en el siglo XIX y a ella se le debe la introducción del Naturalismo en nuestro país. Aunque tocó todos los palos literarios (ensayo, lírica, teatro...), fueron sus novelas y sus relatos cortos los que le dieron la fama. Su obra más significativa fue Los pazos de Ulloa, con la que realiza un retrato de la decadencia de la aristocracia rural gallega, así como del ambiente embrutecido y violento de los pueblos de su tierra natal. En La madre naturaleza, con todo, rompe con el determinismo biológico y social de Zola, mezclando las tesis naturalistas con la tradición cristiana.

VICENTE BLASCO IBÁÑEZ


Nacido en Valencia, este escritor se encargó de representar en sus novelas a la sociedad levantina de su época en todos sus estamentos, desde la alta burguesía hasta los ambientes más sórdidos. Así, en Cañas y Barro mostró la forma de vida de La Albufera valenciana con toda su miseria; mientras que en Arroz y tartana contó cómo una mujer de clase alta condena a la ruina a su familia por mantener las apariencias y jugar con su dinero en la Bolsa. La barraca y Los cuatro jinetes del Apocalipsis completan lo más destacado de su producción literaria.

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