Deberes iniciales del confinamiento

Aquí os dejo los deberes de morfosintaxis y los comentarios de texto. ¡Ánimo y a trabajar!

1.- Siempre me preguntaba qué habría dicho mi madre en esos momentos tan tristes.

2.- ¿Querría el venerable maestro ser mi consejero real en mis dominios?

3.- Llegaron en el momento cuando empezamos a cenar.

4.- Tú eres quien me honra con ese ofrecimiento.

5.- Haré lo que me ha ordenado el emperador.

6.- Los países cuya riqueza es el petróleo son cada vez más escasos.

7.- ¿La ciudad donde ocurrió el desastre ha sido declarada zona catastrófica?

8.- Todavía no entiendo lo que dijo Pedro durante la cena de ayer.

9.- ¡Quien tiene un amigo, tiene un tesoro!

10.- ¿Ese es el famoso que estamos buscando?

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1.- Te veré cuando salgas del trabajo.

2.- Los buscó concienzudamente donde guardaba todas sus herramientas.

3.- Su habitación ha sido preparada como usted quería.

4.- Cuando llegue Juan, llámame.

5.- ¡Soñábamos con que remontaríamos el partido!

6.- ¿Averiguaste finalmente cuándo llegará tu paquete?

7.- ¿Me devolverás los libros que te presté?

8.- Se sentó a mi lado la que era más tímida.

9.- Te espero donde quedamos siempre.

10.- Las maniobras militares no salieron como muchos de ellos habían previsto.

COMENTARIOS DE TEXTO

INSTRUCCIONES:

A) Tema

B) Resumen

C) Organización de las ideas

D) Comentario crítico del tema (emplead CUATRO conectores distintos; los quiero rodeados / subrayados / coloreados...)

Frente al terror, siempre lo hermoso

El miedo es una sensación poderosa. Es una emoción mental, por lo que la única manera de protegerse contra ella es a través de la razón, aunque eso no siempre funciona. A mí me dan miedo muchas cosas absurdas, pero frente a otras tantas más importantes lo he perdido.

Por ejemplo, siempre temí la muerte. Me da pavor pensar en ella: no en la propia, sino en la de mis queridos. (...) Otra de ellas es la oscuridad o los ruidos cuando estoy sola. Hace unos días, mientras me duchaba, mi perra se puso a ladrar. En mi mente ya se reprodujo mi fin: alguien había entrado en mi casa y estaba a punto de asesinarme. Puede que este thriller mental estuviera relacionado con la novela negra que estoy leyendo, pero el caso es que tuve que salir de la bañera, llena de jabón y con los dientes apretados, a registrar toda la casa para quedarme tranquila. Y no saben qué tensión. Y qué ridícula me sentí después al contarlo entre risas, para qué negarlo. El caso es que me cuesta superar ese miedo en particular porque no tiene ningún tipo de lógica: es irracional. Y eso, en mi mente, es un problema.

Ahora Madrid está enferma y los que la queremos, vivimos preocupados. Estamos viviendo una época de miedo porque lo que hay ante nosotros es desconocido. O quizá no tanto. El mundo venía avisando: cambio climático, fuegos incontrolados, inundaciones desoladoras, hábitats destruidos… Y no es hasta ahora que salta de la naturaleza a nuestros cuerpos que nos lo tomamos, quizá, un poco más en serio. Pero no pasa nada. La vida siempre da avisos: a veces más fuertes que otros. Ahora solo debemos escuchar a quien sabe, agradecer a quien puede y hacer caso, como un niño a sus padres.

Surgen ahora en la capital iniciativas amables, como las de los estudiantes que se ofrecen a cuidar de niños, parados que visitan a sus vecinos ancianos para llevarles la compra o personas que ofrecen compartir los productos del supermercado para que a nadie le falte nada. Porque frente al terror, siempre prevalece lo hermoso.

Y saldremos de esta, seguro, más juntos y enamorados del mundo, porque el ser humano, en toda su irracionalidad, irresponsabilidad e inconsciencia, siempre consigue encontrarle un sentido a todo, un motivo y una razón para darle la vuelta a lo más poderoso. Incluso al miedo. Y ahora no será distinto.

Elvira Sastre, 13-Marzo-2020, El País

No curen la homosexualidad

Ahora que la intolerancia vuelve a la escena política (...) no vamos a tener más remedio que volver a examinar cuestiones tan básicas como la naturaleza de la homosexualidad. Algunas voces siguen empeñadas en considerarla una especie de enfermedad o desviación cultural y continúan estafando a cualquiera que se le acerque con sus sus prejuicios irracionales. La ciencia desmiente todas esas fantasías dañinas.
La homosexualidad no es una enfermedad ni una desviación cultural, sino una más de las versiones de la normalidad que coexisten pacíficamente en nuestro planeta, o que lo harían de no ser por los pelmazos fundamentalistas dedicados en exclusiva a estropear lo que ya funciona. Los comportamientos homosexuales se han demostrado ya en 1.500 especies animales de toda adscripción geográfica y taxonómica, del erizo de mar al calamar de Humboldt, del ganso a la serpiente, del pingüino al macaco y a una larga lista de bichos a los que no podrías mirar ni estando vivos, como le decía James Stewart a Grace Kelly en mi película favorita, La ventana indiscreta. La mera observación de las especies demuestra que la homosexualidad no solo es un comportamiento normal en nuestra especie, sino universal en el mundo animal.
Tras conocer esos datos, una pregunta bien sensata es ¿por qué? ¿Por qué existe la homosexualidad? Según las teorías de Darwin (la selección natural y la selección sexual), no parece tener mucho sentido. Los seres vivos que pasan su legado genético a la siguiente generación suelen ser heterosexuales, por razones obvias. Es cierto que la tecnología actual permite saltarse esa servidumbre de la naturaleza, pero eso no tiene nada que ver con un fenómeno que ha persistido durante 500 millones de años. Un comportamiento que muestra el 10% o el 15% de los individuos de cualquier especie animal debe tener una razón evolutiva, y no sabemos cuál es.
Cuando alguien me pregunta por qué existe la homosexualidad le respondo con otra pregunta: “¿Y por qué existe la heterosexualidad?”. Vale, ya sabemos que hay razones darwinianas para lo segundo, pero como le dijo un día Francis Crick a Stephen Jay Gould: “Lo malo de vosotros los biólogos evolutivos es que os preguntáis por qué antes de saber cómo”. Puede que sea una crítica fácil de hacer viniendo de un tipo que había descubierto la doble hélice del ADN y el código genético —el cómo de la biología—, pero el dardo esconde una idea importante, como solían ser las de Crick. Volviendo a nuestro tema, si quieres entender la biología de la homosexualidad, tendrás que entender también la biología de la heterosexualidad. La diferencia entre el cuerpo de una mujer y el de un hombre es una sutileza geométrica. Nuestra orientación sexual se debe a unos procesos cerebrales que no entendemos. Necesitamos conocer el cómo antes de abordar el porqué.
Entretanto, la bióloga Julia Monk, de la Universidad de Yale, y cuatro colegas han propuesto una hipótesis rompedora en Nature Ecology & Evolution. Postula que la condición basal de las especies no es la heterosexualidad, como indica el darwinismo más obvio. Da que pensar.
Javier Sampedro, 21-11-2019, El País

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