Aunque en la entrada de este lunes está explicado todo el examen, no está de más que clarifique algunos puntos que me habéis preguntado en estos días:
1) Los 8 modelos estarán publicados en la página principal del blog a las 10 de la mañana. Solo tendréis que entrar y allí os esperarán los materiales sobre los que versarán las preguntas (vídeos, textos). Cada modelo tiene 2 preguntas y hay que responder a 4.
2) El examen se escribe en un archivo WORD, con vuestro nombre y apellidos. No quiero imágenes ni fotografías (igual que los comentarios de texto, vaya).
3) Las preguntas de aplicación teórica pueden tratar de los rasgos generales de cada movimiento; o los temas que traten distintos autores a lo largo de la historia de la literatura española. Por tanto, hay que saberse bien las diferencias entre el Barroco, la Ilustración, el Romanticismo, el Realismo y el Naturalismo; y cuáles son los asuntos primordiales que tocan los grandes escritores de los que hemos hablado, así como el enfoque con el que se aproximan a ellos. Por supuesto, puede haber alguna que otra variante a estos dos modelos.
4) Uno de esos modelos de examen contendrá un texto periodístico. De él podría preguntar el género y el subgénero periodísticos; los conectores; o las funciones del lenguaje y sus recursos lingüísticos, además de la organización de las ideas o el ensayo crítico.
5) El examen tendrá una duración de una hora. Es decir, empieza a las 10 y termina a las 11. Luego, a petición (razonable) de algunos de vosotros, os concederé cinco minutos de cortesía para que guardéis el archivo WORD, lo adjuntéis al correo electrónico y me lo mandéis a la dirección de siempre. En esta ocasión, solicitad acuse de recibo, es decir, pedidme que os diga que me ha llegado, para vuestra tranquilidad.
6) Repito lo dicho el lunes: Voy a ser MUY estricto con la hora de llegada. El tope es las 11:05. A las 11:06 el examen NO se considera entregado y es un 0. Esto es innegociable.
Dicho todo esto, como prometí en una de las clases de esta semana, os ofrezco ejemplos de comentario/ensayo crítico de cada uno de los textos que habéis trabajado este trimestre (salvo el de Galdós, por razones obvias). Espero que os sirvan de modelo para saber cómo hay que hacerlo el lunes:
Definir qué es el arte resulta muy complicado. Una persona del siglo XVIII se horrorizaría con un cuadro de Picasso. Sin embargo, el Guernika se considera actualmente como una obra cumbre de la pintura universal. Del mismo modo, esos mismos vanguardistas apostaron por la innovación en contra del arte anterior a ellos, del cual abjuraron. Con todo, ¿quién es capaz de negar la belleza de un cuadro de Delacroix, Velázquez, Goya, Da Vinci...?
Resulta innegable, eso sí, que el arte contemporáneo es difícil de asimilar algunas veces. Un plátano pegado con cinta en una pared no parece una obra valiosa a simple vista. Desde luego, hay muchos artistas que, bajo la vitola de ser unos visionarios, realizan verdaderas mamarrachadas. Aun así, hay notables excepciones. Por ejemplo, La niña con un globo, de Banksy, que acabó triturada en cuanto se vendió (así la había concebido este artista), suponía una profunda crítica a la mercantilización del arte; las pinturas de Lucian Freud nos descubren el lado más humano de las personas; Marina Abramovic ha llevado a cabo happenings que han conectado con las emociones más profundas de su público...
Es evidente que no todo vale en el arte, pero también es cierto que la experimentación resulta clave en él. De lo contrario, seguiríamos pintando bisontes. Por tanto, es preciso tener la mente abierta en este sentido. Desde luego, no tiene por qué gustarnos; pero tampoco debemos despreciar unas manifestaciones que el tiempo dirá si son absurdas o joyas de singular valía.
Hoy día es evidente que hay que tomarse en serio el COVID-19. Más de 20.000 personas han perdido la vida por su culpa en España, un desastre humano sin precedentes en nuestra historia contemporánea. Solo la gripe española (60 millones de víctimas en todo el mundo) puede compararse a esta pandemia.
Cabe ahora preguntarse por qué no se adoptaron medidas antes. Sin embargo, ¿era factible predecir lo que iba a suceder? A fin de cuentas, la información que llegaba de China no resultaba fiable: su régimen no permitía la entrada de expertos extranjeros; y había silenciado tanto a los periodistas como los sanitarios que denunciaban la realidad. Las cifras oficiales dadas por China, además, apuntaban a que su nivel de mortalidad no era superior al de una gripe...
Cierto es que los medios sí dieron la alarma. Con todo, no habría sido la primera vez que ponían el grito en el cielo por una supuesta pandemia para que luego no se supiera nada más de ella. Valga como ejemplo la gripe aviar de 2005: no se llegaron ni a 500 infectados, pero el Estado tuvo que comprar 12 millones de tratamientos que acabaron caducando ante el temor social.
Esto, por tanto, recuerda a la historia de Pedro y el lobo. Nos han alarmado tantas veces con epidemias inexistentes que, cuando ha llegado la de verdad, no hemos estado preparados. Quizá deberíamos cuestionarnos la labor de los medios en este sentido y exigirles mayor responsabilidad para evitar que esto se repita.
Pocas sensaciones hay más poderosas que el miedo. De hecho, a lo largo de la historia hallamos demasiados ejemplos en los que la Humanidad, dejándose llevar por esta emoción, cometió algunos errores imperdonables. No hay que olvidar, por ejemplo, que el miedo condujo a los alemanes a votar en elecciones democráticas a Adolf Hitler; e incluso a hacer oídos sordos a las barbaridades que su régimen cometía.
Sin embargo, como sociedad no debemos permitir que el miedo se apodere de nosotros. Frente a cualquier amenaza, la Humanidad debe unirse en un frente común, en el que nos ayudemos los unos a los otros sin titubear. En España se han producido miles de ejemplos de esta necesaria solidaridad, como las comidas gratuitas que se han dado a los más necesitados o a los médicos; caseros perdonando el alquiler a sus inquilinos; colaboraciones entre vecinos; el aplauso de las 8 de la tarde...
Ciertamente, ha habido momentos muy negros de nuestra historia en los que el miedo o el odio (las actuales protestas raciales en EE.UU.) han triunfado; por suerte, este no será uno de ellos. Los seres humanos somos conscientes de que este nuevo enemigo nos afecta a todos por igual. El virus no hace distinciones y, por tanto, nosotros tampoco debemos hacerlo. Ha llegado el momento de mostrar nuestro rostro más generoso, obviando los rencores que la clase política quiere crear, para construir una sociedad cohesionada que no permita que se produzca el hundimiento de nuestro modo de vida.
Desde hace siglos la homosexualidad ha sido, como poco, considerada como una enfermedad mental. Al colectivo gay, sin ningún tipo de tapujo, se le ha vilipendiado, juzgado ante una corte, insultado, agredido, asesinado... No en vano, solo eran eso, homosexuales, una etiqueta con la que se ha despreciado a infinidad de hombres y mujeres de reconocido talento como Alan Turing, Oscar Wilde, Gloria Fuertes, Reinaldo Arenas, Federico García Lorca...
Este rechazo se ha querido justificar de muchas formas, si bien se ha insistido en el carácter antinatural de una relación de esta índole. Nada más lejos de la realidad: en el reino animal hay muchos casos en los que la homosexualidad es algo completamente normal. Valgan como ejemplo, de entre los muchos existentes, los pingüinos, cuyos machos no solo se pueden emparejar entre sí, sino que crían con eficacia a polluelos.
Lo único que no resulta natural, sino propio de la crueldad y la estupidez humanas, es el desprecio a los demás o la intolerancia. Ningún mamífero o ave deja a otro de su especie atrás, a menos que haya llegado su hora de morir. Asimismo, solo se atacan entre sí para defenderse o comer. Por contra, nosotros lo hacemos por dinero, poder, tierras, sexo... O simplemente por el dominio sobre el que es diferente, como si eso nos hiciera mejores o superiores. Esa es la actitud que deberíamos tachar de antinatural y extirpar de una sociedad tan avanzada como la nuestra de una vez por todas.
Una famosa película, Cadena perpetua, da una importante lección sobre el sentido de la existencia. De acuerdo a esta, nuestra vida sería una elección: "empeñarse en vivir o (...) en morir". No cabe duda de que es así. Aunque haya obstáculos y reveses en nuestro camino, no debemos dejarnos derrotar por ellos, sino que hay que luchar por nuestros sueños sin perder la esperanza.
Quevedo, por el contrario, optó por obsesionarse con la muerte. La concibió como un final inapelable, se angustió con ella y eso le impidió disfrutar de la vida. No cabe duda de que la crisis social y económica que sufrió España en el siglo XVII, provocada por la pésima gestión de los validos, asentó en todo el país un notable pesimismo, lo que influyó, sin duda, en Quevedo. Sin embargo, si en vez de regodearse en lo negativo, hubieran tenido un espíritu más emprendedor, como sus antepasados durante el descubrimiento de América, el país habría reaccionado.
En definitiva, uno no puede regodearse en su propia miseria, ni siquiera cuando encare la muerte. Es preciso hacerlo con espíritu constructivo, como el padre de Jorge Manrique en sus Coplas. Y es que ese será un paso que demos todos; pero la forma de afrontarlo depende de nosotros. Así, podemos amargarnos ante esa perspectiva o concentrarnos en vivir y hacer siempre el bien a los demás. Y si apostamos por esto último, dará igual entonces que haya un final: habremos disfrutado tanto del camino que no nos importará descansar.
En 2018 el presupuesto español en I+D+i era el mismo que en 1999. Teniendo en cuenta la inflación, no es preciso realizar muchos cálculos para darse cuenta del enorme recorte que se ha producido en casi 20 años en este sector esencial. Con 6,8 investigadores por cada mil habitantes (por debajo de la media europea), la crisis de 2008 se cebó especialmente con este colectivo, debiendo emigrar muchos jóvenes para trabajar.
Esto, que pudiera parecer un problema menor, es una auténtica tragedia. Por un lado, esos jóvenes nunca van a regresar. En consecuencia, perderemos a una generación preparada y capaz, en la que se ha invertido una gran cantidad de dinero en su formación para que, ahora, sean empresas extranjeras las que se beneficien de sus conocimientos. Todas las patentes en las que participen les traerán pingües beneficios; mientras que España deberá seguir con el turismo como único motor económico.
Por otra parte, no hay que olvidar que la gente joven tiende a formar familias. España es el segundo país más envejecido de la OCDE y necesita niños para evitar el colapso del sistema de pensiones. ¿Cómo vamos a lograrlo si nuestros jóvenes se marchan y, con ellos, las posibilidades de que tengan hijos?
Han pasado 330 años desde que se publicaron Cartas Marruecas; aun así, siguen siendo rabiosamente actuales. La ciencia continúa abandonada en nuestras fronteras y, si no hacemos caso a los consejos de Cadalso, es poco probable que nos constituyamos alguna vez como una economía fuerte.
Se dice que el orgullo es el mayor enemigo del amor. Quizá sea una afirmación exagerada, pero no está exenta de verdad. No en vano, el orgullo implica que tu ego ha de estar por encima de las necesidades y sentimientos de los demás. Si actúas así con todos los que te rodean, lo lógico es que la soledad sea tu destino.
Ya lo dice la Carta de San Pablo a los corintios: "el amor no es jactancioso, no se envanece (...), no busca lo suyo". En ese fragmento se define perfectamente al amor como un sentimiento poderoso, en el que tu individualidad no importa. Solo te ha de inquietar el bienestar y la felicidad de la persona a la que amas. Ya no seréis dos personas separadas, sino una sola unida por los lazos del amor. Por eso no hay egos, ni nada que no sea entrega absoluta.
Sin embargo, eso no garantiza que la relación funcione siempre. La gente, con el paso del tiempo, cambia y eso puede acabar por distanciar a una pareja. Aun así, no es el orgullo el que debe predominar en esos instantes. Por supuesto, hay que tener amor propio para no hundirse; pero no hay que llegar al extremo de despreciar a la otra persona. Es preciso afrontar esa nueva etapa con otro ímpetu más constructivo, uno que te permita rehacer tu vida sobre ti mismo, y no sobre el odio o el despecho.
1) Los 8 modelos estarán publicados en la página principal del blog a las 10 de la mañana. Solo tendréis que entrar y allí os esperarán los materiales sobre los que versarán las preguntas (vídeos, textos). Cada modelo tiene 2 preguntas y hay que responder a 4.
2) El examen se escribe en un archivo WORD, con vuestro nombre y apellidos. No quiero imágenes ni fotografías (igual que los comentarios de texto, vaya).
3) Las preguntas de aplicación teórica pueden tratar de los rasgos generales de cada movimiento; o los temas que traten distintos autores a lo largo de la historia de la literatura española. Por tanto, hay que saberse bien las diferencias entre el Barroco, la Ilustración, el Romanticismo, el Realismo y el Naturalismo; y cuáles son los asuntos primordiales que tocan los grandes escritores de los que hemos hablado, así como el enfoque con el que se aproximan a ellos. Por supuesto, puede haber alguna que otra variante a estos dos modelos.
4) Uno de esos modelos de examen contendrá un texto periodístico. De él podría preguntar el género y el subgénero periodísticos; los conectores; o las funciones del lenguaje y sus recursos lingüísticos, además de la organización de las ideas o el ensayo crítico.
5) El examen tendrá una duración de una hora. Es decir, empieza a las 10 y termina a las 11. Luego, a petición (razonable) de algunos de vosotros, os concederé cinco minutos de cortesía para que guardéis el archivo WORD, lo adjuntéis al correo electrónico y me lo mandéis a la dirección de siempre. En esta ocasión, solicitad acuse de recibo, es decir, pedidme que os diga que me ha llegado, para vuestra tranquilidad.
6) Repito lo dicho el lunes: Voy a ser MUY estricto con la hora de llegada. El tope es las 11:05. A las 11:06 el examen NO se considera entregado y es un 0. Esto es innegociable.
Dicho todo esto, como prometí en una de las clases de esta semana, os ofrezco ejemplos de comentario/ensayo crítico de cada uno de los textos que habéis trabajado este trimestre (salvo el de Galdós, por razones obvias). Espero que os sirvan de modelo para saber cómo hay que hacerlo el lunes:
La feria de las mamarrachadas, Fernando Sánchez Dragó
Definir qué es el arte resulta muy complicado. Una persona del siglo XVIII se horrorizaría con un cuadro de Picasso. Sin embargo, el Guernika se considera actualmente como una obra cumbre de la pintura universal. Del mismo modo, esos mismos vanguardistas apostaron por la innovación en contra del arte anterior a ellos, del cual abjuraron. Con todo, ¿quién es capaz de negar la belleza de un cuadro de Delacroix, Velázquez, Goya, Da Vinci...?
Resulta innegable, eso sí, que el arte contemporáneo es difícil de asimilar algunas veces. Un plátano pegado con cinta en una pared no parece una obra valiosa a simple vista. Desde luego, hay muchos artistas que, bajo la vitola de ser unos visionarios, realizan verdaderas mamarrachadas. Aun así, hay notables excepciones. Por ejemplo, La niña con un globo, de Banksy, que acabó triturada en cuanto se vendió (así la había concebido este artista), suponía una profunda crítica a la mercantilización del arte; las pinturas de Lucian Freud nos descubren el lado más humano de las personas; Marina Abramovic ha llevado a cabo happenings que han conectado con las emociones más profundas de su público...
Es evidente que no todo vale en el arte, pero también es cierto que la experimentación resulta clave en él. De lo contrario, seguiríamos pintando bisontes. Por tanto, es preciso tener la mente abierta en este sentido. Desde luego, no tiene por qué gustarnos; pero tampoco debemos despreciar unas manifestaciones que el tiempo dirá si son absurdas o joyas de singular valía.
Prochina, Almudena Grandes
Cabe ahora preguntarse por qué no se adoptaron medidas antes. Sin embargo, ¿era factible predecir lo que iba a suceder? A fin de cuentas, la información que llegaba de China no resultaba fiable: su régimen no permitía la entrada de expertos extranjeros; y había silenciado tanto a los periodistas como los sanitarios que denunciaban la realidad. Las cifras oficiales dadas por China, además, apuntaban a que su nivel de mortalidad no era superior al de una gripe...
Cierto es que los medios sí dieron la alarma. Con todo, no habría sido la primera vez que ponían el grito en el cielo por una supuesta pandemia para que luego no se supiera nada más de ella. Valga como ejemplo la gripe aviar de 2005: no se llegaron ni a 500 infectados, pero el Estado tuvo que comprar 12 millones de tratamientos que acabaron caducando ante el temor social.
Esto, por tanto, recuerda a la historia de Pedro y el lobo. Nos han alarmado tantas veces con epidemias inexistentes que, cuando ha llegado la de verdad, no hemos estado preparados. Quizá deberíamos cuestionarnos la labor de los medios en este sentido y exigirles mayor responsabilidad para evitar que esto se repita.
Frente al terror, siempre lo hermoso, Elvira Sastre
Sin embargo, como sociedad no debemos permitir que el miedo se apodere de nosotros. Frente a cualquier amenaza, la Humanidad debe unirse en un frente común, en el que nos ayudemos los unos a los otros sin titubear. En España se han producido miles de ejemplos de esta necesaria solidaridad, como las comidas gratuitas que se han dado a los más necesitados o a los médicos; caseros perdonando el alquiler a sus inquilinos; colaboraciones entre vecinos; el aplauso de las 8 de la tarde...
Ciertamente, ha habido momentos muy negros de nuestra historia en los que el miedo o el odio (las actuales protestas raciales en EE.UU.) han triunfado; por suerte, este no será uno de ellos. Los seres humanos somos conscientes de que este nuevo enemigo nos afecta a todos por igual. El virus no hace distinciones y, por tanto, nosotros tampoco debemos hacerlo. Ha llegado el momento de mostrar nuestro rostro más generoso, obviando los rencores que la clase política quiere crear, para construir una sociedad cohesionada que no permita que se produzca el hundimiento de nuestro modo de vida.
No curen la homosexualidad, Javier Sampedro
Este rechazo se ha querido justificar de muchas formas, si bien se ha insistido en el carácter antinatural de una relación de esta índole. Nada más lejos de la realidad: en el reino animal hay muchos casos en los que la homosexualidad es algo completamente normal. Valgan como ejemplo, de entre los muchos existentes, los pingüinos, cuyos machos no solo se pueden emparejar entre sí, sino que crían con eficacia a polluelos.
Lo único que no resulta natural, sino propio de la crueldad y la estupidez humanas, es el desprecio a los demás o la intolerancia. Ningún mamífero o ave deja a otro de su especie atrás, a menos que haya llegado su hora de morir. Asimismo, solo se atacan entre sí para defenderse o comer. Por contra, nosotros lo hacemos por dinero, poder, tierras, sexo... O simplemente por el dominio sobre el que es diferente, como si eso nos hiciera mejores o superiores. Esa es la actitud que deberíamos tachar de antinatural y extirpar de una sociedad tan avanzada como la nuestra de una vez por todas.
A la brevedad de la vida, Francisco de Quevedo
Una famosa película, Cadena perpetua, da una importante lección sobre el sentido de la existencia. De acuerdo a esta, nuestra vida sería una elección: "empeñarse en vivir o (...) en morir". No cabe duda de que es así. Aunque haya obstáculos y reveses en nuestro camino, no debemos dejarnos derrotar por ellos, sino que hay que luchar por nuestros sueños sin perder la esperanza.
Quevedo, por el contrario, optó por obsesionarse con la muerte. La concibió como un final inapelable, se angustió con ella y eso le impidió disfrutar de la vida. No cabe duda de que la crisis social y económica que sufrió España en el siglo XVII, provocada por la pésima gestión de los validos, asentó en todo el país un notable pesimismo, lo que influyó, sin duda, en Quevedo. Sin embargo, si en vez de regodearse en lo negativo, hubieran tenido un espíritu más emprendedor, como sus antepasados durante el descubrimiento de América, el país habría reaccionado.
En definitiva, uno no puede regodearse en su propia miseria, ni siquiera cuando encare la muerte. Es preciso hacerlo con espíritu constructivo, como el padre de Jorge Manrique en sus Coplas. Y es que ese será un paso que demos todos; pero la forma de afrontarlo depende de nosotros. Así, podemos amargarnos ante esa perspectiva o concentrarnos en vivir y hacer siempre el bien a los demás. Y si apostamos por esto último, dará igual entonces que haya un final: habremos disfrutado tanto del camino que no nos importará descansar.
Carta VI, José Cadalso
En 2018 el presupuesto español en I+D+i era el mismo que en 1999. Teniendo en cuenta la inflación, no es preciso realizar muchos cálculos para darse cuenta del enorme recorte que se ha producido en casi 20 años en este sector esencial. Con 6,8 investigadores por cada mil habitantes (por debajo de la media europea), la crisis de 2008 se cebó especialmente con este colectivo, debiendo emigrar muchos jóvenes para trabajar.
Esto, que pudiera parecer un problema menor, es una auténtica tragedia. Por un lado, esos jóvenes nunca van a regresar. En consecuencia, perderemos a una generación preparada y capaz, en la que se ha invertido una gran cantidad de dinero en su formación para que, ahora, sean empresas extranjeras las que se beneficien de sus conocimientos. Todas las patentes en las que participen les traerán pingües beneficios; mientras que España deberá seguir con el turismo como único motor económico.
Por otra parte, no hay que olvidar que la gente joven tiende a formar familias. España es el segundo país más envejecido de la OCDE y necesita niños para evitar el colapso del sistema de pensiones. ¿Cómo vamos a lograrlo si nuestros jóvenes se marchan y, con ellos, las posibilidades de que tengan hijos?
Han pasado 330 años desde que se publicaron Cartas Marruecas; aun así, siguen siendo rabiosamente actuales. La ciencia continúa abandonada en nuestras fronteras y, si no hacemos caso a los consejos de Cadalso, es poco probable que nos constituyamos alguna vez como una economía fuerte.
Rima XXX, Gustavo Adolfo Bécquer
Se dice que el orgullo es el mayor enemigo del amor. Quizá sea una afirmación exagerada, pero no está exenta de verdad. No en vano, el orgullo implica que tu ego ha de estar por encima de las necesidades y sentimientos de los demás. Si actúas así con todos los que te rodean, lo lógico es que la soledad sea tu destino.
Ya lo dice la Carta de San Pablo a los corintios: "el amor no es jactancioso, no se envanece (...), no busca lo suyo". En ese fragmento se define perfectamente al amor como un sentimiento poderoso, en el que tu individualidad no importa. Solo te ha de inquietar el bienestar y la felicidad de la persona a la que amas. Ya no seréis dos personas separadas, sino una sola unida por los lazos del amor. Por eso no hay egos, ni nada que no sea entrega absoluta.
Sin embargo, eso no garantiza que la relación funcione siempre. La gente, con el paso del tiempo, cambia y eso puede acabar por distanciar a una pareja. Aun así, no es el orgullo el que debe predominar en esos instantes. Por supuesto, hay que tener amor propio para no hundirse; pero no hay que llegar al extremo de despreciar a la otra persona. Es preciso afrontar esa nueva etapa con otro ímpetu más constructivo, uno que te permita rehacer tu vida sobre ti mismo, y no sobre el odio o el despecho.
Comentarios
Publicar un comentario